Croquetas de pollo y jamón

Estas croquetas son ideales como segundo plato, cena o aperitivo.
Siempre puedes tener algunas en el congelador y en un momento te saca de un apuro.
Aunque pueden hacerse expresamente, normalmente hacemos las croquetas como aprovechamiento de la carne del cocido o del caldo de pollo, como en este caso.
Les he añadido jamón y así saldrán aún más sabrosas.
Yo este tipo de croquetas las hago sólo con caldo y no le pongo leche.

Ingredientes:

• 1 pechuga de pollo.
• 100 gr de jamón en trocitos muy pequeños.
• 1 cebolla.
• 1 diente de ajo.
• Aceite de oliva.
• Sal.
• Pimienta.
• Nuez moscada.
• 500 ml de caldo de pollo ( 5 cazos )
• 125 gr de harina ( 7- 8 cucharadas )
• Harina, huevo y pan rallado para rebozar.

Estas son  las cantidades que yo le he puesto de caldo y harina, pero también depende de lo grande que sea la pechuga de pollo, puede variar un poquito la proporción.

Preparación:

Lo primero que hacemos es deshuesar la pechuga, quitarle la piel, los cartílagos, cortar en trocitos pequeño y reservar.

En una sartén con  aceite de oliva, poner a rehogar la cebolla y el ajo, picados muy pequeñito, cuando empiece a dorar la cebolla, incorporar la carne de pollo, ponemos sal, pimienta y nuez moscada y seguir rehogando, incorporar el jamón, revolver bien.

Añadir a la sartén la harina y rehogar, para que se cocine.

Ya podemos poner el caldo, que tendremos caliente. Con una cuchara de madera vamos removiendo mientras se cocina.

Cuando veamos que la masa se despega ya de las paredes y el fondo de la sartén, apartamos del fuego.

Ponemos la masa en un recipiente y lo tapamos con papel film, que esté en contacto con la superficie, para que no forme costra y dejamos enfriar completamente en la nevera, mejor hasta el día siguiente.

Una vez la masa fría, tomamos porciones con una cuchara, le damos forma y las vamos poniendo en una bandeja.

Cuando tengamos las croquetas formadas, vamos pasando por harina, huevo y pan rallado, en este orden y colocando en otra bandeja.

En este momento las freímos o las congelamos, así las tenemos ya hechas para otra ocasión, lo que es una buena idea, porque lo normal es hacer cantidad.

Para  freír, lo hacemos en abundante aceite ( mejor en freidora ) y cuando estén doradas sacamos a papel de cocina para absorber el exceso de aceite y ya podemos comerlas calentitas.

Para congelar, las pongo en una bandeja, tapadas con papel film y cuando ya están congeladas las quito de la bandeja y las guardo en bolsas de congelación, hasta que las necesite.